Ir a la raíz de los problemas, no quedarse en las apariencias, es el trabajo imprescindible para describir política y sociedad. Las acciones deben guardar relación con la línea de evolución, encontrando equilibrios, pero los análisis deben describir la sociedad del modo más honrado posible. De este modo, hablar del sistema español en estos momentos es un tema que no se puede esquivar, ya que está en declive. Los pequeños retoques no garantizan la legitimidad de un sistema social en estas condiciones.
En estos momentos es imprescindible centrar los análisis. ¿Régimen del 78 o sistema de los 60? Describir al régimen político se queda en la superficie. Poniendo el foco en el “Régimen del 78” no se analizan las razones estructurales del sistema, sino que se alude al acuerdo político para institucionalizar una democracia liberal. El texto fundacional del régimen democrático liberal instauró derechos únicos en nuestro país, a excepción del breve periodo de la Segunda República, similares a los de otros países de nuestro entorno.
Las raíces del presente se encuentran en los años sesenta, cuando la economía española se abre al exterior. Es en ese momento cuando nos integramos en el entorno incipientemente globalizado y se comienza a preparar el país para la entrada en la Unión Europea. La apertura económica se acompaña de cambios en los hábitos de los españoles. Destacan cuatro características propias de este sistema:
- El bienestar derivado del crecimiento económico.
- La confianza en una España menos jerarquizada y con oportunidades.
- La visión cortoplacista, tanto en la economía como en el placer cotidiano.
- La apertura hacia el entorno global, especialmente hacia Europa.
Política, economía y hábitos han cambiado durante los últimos sesenta años, pero estas cuatro raíces se mantienen como núcleo del sistema español contemporáneo. Este orden está en entredicho. No solo en nuestro país, ya que las cuatro características son generalidades extrapolables a otros países de nuestro entorno.
Zizek, en su último libro (¡Pandemia!), hace referencia a una frase de Viktor Orbán, “no existe tal cosa como un liberal. Un liberal no es más que un comunista con un diploma”, para darle la vuelta y decir: “los que todavía se reconocen como comunistas son liberales con un diploma -liberales que estudiaron seriamente por qué nuestros valores liberales están amenazados y se dieron cuenta de que solo un cambio radical puede salvarlos-”.
Creo que este análisis de Zizek es muy acertado. No defiendo la estatalización de la economía, aunque sí un equilibrio entre lo público y lo privado que garantice la igualdad de oportunidades real, no creo en la utopía del paraíso comunista, creo que es inalcanzable; ni me considero tan buena persona como para llamarme comunista en el ámbito de la ética. Sin embargo, creo que los valores para la defensa de la mejora de la sociedad, la promesa del progreso, están en peligro y defiendo la labor del “viejo topo”, que busca pequeños resquicios para cambiar la sociedad hacia vivencias cotidianas más justas.
Los “viejos topos” intentan cavar galerías entre las luchas pasadas, presentes y futuras. Para ello deben excavar en las apariencias e ir a la raíz de los problemas. En esa línea, estoy convencido: el sistema español nacido en los años 60, que con imperfecciones ha traído las décadas más tranquilas de nuestra Historia, está gravemente herido y los retoques formales, que únicamente hagan referencia al orden político, no impedirán la desintegración del sistema. Es necesaria una evolución del sistema social español antes de llegar a la etapa de desintegración, ya que los sistemas en estado de descomposición generan graves problemas sociales.
Los sistemas en declive generan metasistemas, modelos alternativos como evolución del sistema. Hasta ahora se han generado dos metasistemas: el 15M, fruto de la apertura al entorno internacional que busca continuar el progreso social, y Vox, nostalgia del comienzo del sistema en los años 60; la vuelta al comienzo de un sistema que prometía progreso únicamente se puede institucionalizar mediante la represión, siendo este uno de los graves problemas de Vox. En la actualidad hay dos opciones: evolución/cambio del sistema o desintegración, abrupta o paulatina, que genere graves problemas sociales.
Evolución o revolución…
Yo estoy de acuerdo con revolución…
Evolución es lo mismo con caramelos…(opio)…
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La revolución es una aceleración de la evolución. Lo que se entendía por revolución (como disrupción del sistema) era un cambio de élites. Como ejemplo: la URSS, con la nomenklatura como nuevas élites. La revolución, entendida como cambio completo del sistema, es materialmente imposible. Los sistemas se basan en los hábitos de las personas. Actuamos según la línea de evolución, que depende de la adaptación de una realidad material, como es el cerebro. Únicamente sería posible una revolución en los términos que se planteaba en el siglo XIX mediante una reprogramación neuronal de las personas (algo que mete miedo con solo nombrarlo). En ese sentido, creo que hablar de evolución es correcto. Otro tema es la velocidad de la evolución, que en estos momentos, con una grave crisis climática y económica por delante, debería ser bastante rápida.
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La evolución del hombre a nivel emocional debería ser más rápido e ir más en paralelo al desarrollo cognitivo, sería lo más natural y aconsejable ,se está trabajando en ello pero no sé si algún día veremos resultados.Para entender la actuación de la sociedades y del hombre es muy necesario estudiar al homo sapiens desde el punto de vista científico,yo diría que imprescindible y veríamos que estamos totalmente limitados por nuestra propia evolución como especie.
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