Naturaleza y máquinas

La adaptación permite casi todo, hasta a los mapaches vivir en las ciudades. Rebuscan en la basura, se alimentan de lo que pueden; sobreviven a escobazos, intentos de patadas y todo tipo de peligros. Pero los mapaches son animales de bosque, apreciando los lugares cerca de los ríos y la tranquilidad de unos buenos frutos. Ahí son verdaderamente felices.

Durante el inicio de la era industrial, y la vida en las ciudades, Alexander Von Humboldt sentó las bases de una buena forma de observar el mundo: la Ecología. Unía el método científico, el microscopio, a la complejidad de la naturaleza, el campo abierto y entrelazado.

La crisis climática, ahora en segundo plano por otros graves conflictos, muestra problemas y límites, presentes de múltiples formas en los sistemas políticos, económicos y sociales. La defensa de modelos alternativos de sociedad, frente a estos problemas, siempre ha pasado por proyectos ideológicos, cosmovisiones para la movilización y cambio social. Quizás el escenario ahora es distinto.

La forma más útil de lograr una sociedad mejor puede no ser la identificación, de izquierda contra derecha, o de pueblo contra élites, sino la defensa de la democracia y el método científico, con el progresivo pero valiente cambio de instituciones. En esa línea, la Ecología puede ser una herramienta útil para la adaptación y mejora de los sistemas sociales.

Respetando las distintas formas de ver el mundo, buscar desde el pragmatismo funcionamientos más saludables. Puede identificarse una división básica entre lo complicado, la Máquina, y lo complejo, la Naturaleza, siendo la Inteligencia Artificial una muy buena herramienta para resolver los problemas complicados.

Los siguientes apartados, quizás algo confusos por el intento de síntesis, esbozan una sustitución del sujeto del ecologismo por el objeto de la ecología:

  1. Breve historia reciente de las certezas.
  2. Análisis de la Postmodernidad y posibles avances.
  3. Debates políticos de sistemas alternativos.
  4. Concepto de Naturaleza.
  5. Desarrollo.
  6. Concepto de Máquina.
  7. Desarrollo.

Evolución de las certezas

Durante un tiempo la verdad importaba, o al menos la honradez en el pensamiento. Esos fueron los siglos XVII, XVIII y XIX, que levantarían la Modernidad en Europa. En el siglo XX empezó un cambalache problemático y febril, amordazando la honradez, el sentido y el valor, y llevando el sueño de la Modernidad a su límite.

Tras la Segunda Guerra Mundial, derrotado el nazismo, superviviente como parásito de múltiples formas en estas dos orillas del charco, la ética fue sustituida por la estética, y la pluralidad por la anulación, en las tierras que verían florecer la libertad de la persona decidida a vivir para mejorar, siendo sublimada esta a través de la ética. Estados Unidos se había traicionado.

Desde las pluralidades honradas de los años 60 nada volvió a ser igual. Tras esa época, de mayos y huelgas, se fraguó un molde de hierro que, al derretirse y ser líquido, buscaba ser eterno. Ese molde sustituía los límites determinados por la totalidad indeterminada, y nuestras tierras viejas y nuevas encararon un callejón sin salida. Vemos cómo el sueño de los sentimientos morales de Adam Smith, la razón del libre en sociedades sanas, tan embellecida por las sociedades abiertas de Karl Popper o la Teoría de la Justicia de John Rawls, se convierte desde hace décadas en la selva del sálvese quien pueda, y quien llega primero se sirve primero, heredera del Nietzsche que llevaría al triunfo de la voluntad para quienes la voluntad es un mito cobarde fundamentado en el abuso.

Además de la traición a la Modernidad, las últimas décadas vieron crecer un ansia de poder insaciable. En el casino había jugadores muy hábiles y ases bajo la manga; el parásito de múltiples formas, superviviente de la Segunda Guerra Mundial, poco a poco iba fortaleciéndose. Ese parásito no nació en el siglo XX; ya acumula siglos. La Ilustración fue un sufrido esfuerzo, y de entre sus grandes labores una era diferenciar la mentira para manipular de la verdad aportada, subjetiva o lógica; dar luz sobre las tinieblas.

La libertad, la igualdad, el laicismo y el saber hacer tienen una deuda inmensa con un humano, patriota de la Humanidad, nacido en Alemania: Karl Marx. Luchó y pensó por lo más importante en un mundo empeñado en autodestruirse: nuestra supervivencia. Adelantó los grandes problemas que podrían sumir las sociedades en una edad más oscura, y dotó de razones a los olvidados por la Historia.

Nadie es un ente aislado, y su amor por la verdad ya estaba en Aristóteles, también en Santo Tomás recuperando entender lo que la razón muestra, y aterrizaría tras el universalismo bondadoso de Kant, a través del conflicto plasmado por Hegel, pero del lado de la República de Maquiavelo.

Nuestro lado del mundo olvidó esas enseñanzas; desde hace décadas solo importa el relato, y no las certezas. Se sustituye el método científico por el metodismo científico. Se santifica una Economía acientífica y se subliman las experiencias personales, verdades para cuando ya nada es verdad.

Modernidad Frágil

La Modernidad, en su sentido sólido, y el Capitalismo, llevaban una inercia y un rumbo. Girando hacia un cierre elitista, se abandonó la Modernidad Sólida y fue naciendo la Modernidad Frágil, Postmodernidad o Modernidad Líquida. Tenía fecha de caducidad temprana porque lo frágil se rompe pronto; y ya lo está.

Las lógicas de aceleración capitalistas, desencadenadas por la Revolución Industrial, se preveía que llevasen al fin del Capitalismo. Y estamos en ese momento, con varias opciones: el Postcapitalismo, el Capitalipsis o los cierres de autoritarismos de mercado que eviten el fin del Capitalismo, manipulando y dominando la aceleración.

Desde el solipsismo eurocéntrico veía una clara evolución hacia los autoritarismos de mercado, acentuada por la evolución de los graves riesgos climáticos. La evolución durante estos últimos años ha sido distinta y nuestro entorno, entre amagos de autoritarismos de mercado, está adentrándose en la etapa de Capitalipsis, un entorno festivo apocalíptico enamorado de los mundos de Mad Max y Fallout.

En el siglo XIX surgía también una perspectiva muy interesante, sobre todo si se aplica el giro lingüístico del positivismo, donde solo se habla de lo que se puede hablar: la teoría de los tres estadios de Comte. Trasladaba y sistematizaba la intuición de evoluciones en el pensamiento. Adaptando las tres etapas:

  1. El pensamiento mágico, donde se intenta hechizar para convencer. El orden social se basa en el dogma. Tiende a ser un sistema robusto.
  2. El pensamiento ideológico, donde se compite razonando para convencer. El orden social se basa en lógicas de mercado. Los grupos sociales compiten y, sea como monopolio, oligopolio o en muy difíciles casos como competencia perfecta, se organizan. Tiende a ser un sistema frágil.
  3. El pensamiento científico, donde se compite y se coopera para “convencer a la lógica”. No se busca vencer a otra persona razonando, sino descubrir qué funciona, desde el pragmatismo de lo que podemos pensar y decir mediante palabras. Se sustituye la lucha grupal por el “qué” por la cooperación y competencia leal por el “para qué”. El orden acepta el desorden, y la armonía evoluciona dentro de tensión y modulación tolerando márgenes de disonancia. Tiende a ser un sistema antifrágil.

Las ideologías crearon la Modernidad y las ideologías destruyeron la Modernidad. La Modernidad Líquida de Bauman es una Modernidad Frágil, un sistema social roto basado en el instinto de supervivencia de los sistemas psíquicos.

La Modernidad, en su sentido sólido, era un sistema robusto que aspiraba a la universalidad totalizadora. Se decidió romper esta jaula de hierro social y sustituirla por la destrucción creadora como sistema ilimitado. Los sistemas sólidos dotan de seguridad, los sistemas frágiles dotan de libertad. Un sistema antifrágil busca aunar libertad y seguridad. Aprovechar la destrucción creadora de la innovación manteniendo la robustez.

La planificación busca crear sistemas sólidos, el mercado sistemas frágiles para la innovación. Mencionar en 2025 la necesidad de sistemas antifrágiles, híbridos de planificación y mercado, es como descubrir el mediterráneo, pero no se aplica, al menos en su función social, en la civilización nacida en torno al mediterráneo.

Dos siglos de tensiones modernas

El marxismo analizó el “para qué” desde la máquina.

En el siglo XIX también se analizaba el “para qué” desde la naturaleza, frente a las lógicas de aceleración modernas. Esta intuición ya estaba en el Rousseau que, en el siglo XVIII, apreciaba una gran evolución de la técnica y una lenta evolución de la convivencia, entendida en el sentido laico de la ética.

El ser humano empezó a servir a la máquina, ideología radicalizada en el neoliberalismo. Frente al poder se formularon dos opciones: tomar la máquina, acelerándola hasta llegar a tierras más amables, o acabar con la máquina, volviendo a la naturaleza. Ese fue el gran cisma de fondo en la I Internacional. Fue mayoritario acelerar la máquina, mientras la pureza de romper con la máquina fue manipulada y utilizada, en muchos casos enfrentándola a sus antiguos compañeros, en nieblas de titiriteros.

La máquina ya ha sido acelerada, ya se han alcanzado tierras más amables, aunque los cristales de la Modernidad Frágil no dejen verlo. No solo se puede sustituir la administración de las personas por la administración de las cosas, sino que es posible una amplia autoorganización de las cosas. Hace casi dos siglos este sueño llevaba a la emancipación del ser humano.

La emancipación tenía componentes románticos y desmercantilizados, sabiduría de inicio y final, pero en el fondo siempre se trató de independencia económica; de ser dueño de tu propio trabajo o, en tiempos de autoorganización, seguir los principios de Lafargue y ser dueños de nuestro propio tiempo.

Para domar la máquina se creó otra máquina: el socialismo científico. Después de un esfuerzo colectivo titánico, el momento presente dota de tecnología y cauces para alcanzar el Postcapitalismo. Hay tecnología para no necesitar vender la mano de obra para sobrevivir, origen del Capitalismo, y para organizar las sociedades superando los modelos competitivos con información imperfecta. A este lado del mundo debemos reconocer con humildad y aprender:

  1. Desde la Revolución de las Telecomunicaciones, con un gran aumento de la interconexión y de la información, el socialismo, en su vertiente altamente adaptativa y competitiva como socialismo de mercado, es más eficiente que la economía de mercado.
  2. Asumida la Revolución de la Inteligencia Artificial, el modelo de economía de mercado no es competitivo, y solo puede sobrevivir como escenario de máscaras con planificación social por detrás.

La máquina es estructura, y la naturaleza infraestructura. El análisis marxista, señalando cómo en el Capitalismo la superestructura -política, cultura- sirve a la estructura -economía y poder empresarial-, orientó el mundo hacia grandes cambios. A este análisis, aún más en estos tiempos claroscuros, puede añadírsele la infraestructura, soporte de la estructura.

Desde el nivel micro la infraestructura, la naturaleza, es el encuentro entre los distintos hábitos -“habitus” de Bourdieu, diferenciando una competencia entre capitales económico, cultural, social y simbólico-. Bookchim y Habermas dotaron de bases al análisis de la infraestructura o naturaleza.

La corriente libertaria de Bookchim, recuperando la sabiduría minimizada tras la I Internacional, señala el origen de los conflictos y problemas en los “abusos de poder”, fundamentados en la jerarquía rígida organizada por la violencia, y mejorable por el concepto de rango -adaptable y basado en la utilidad social-. Es una relectura de la transición entre el Paleolítico y el Neolítico, donde el análisis de estructura y superestructura del Estado se sostiene por la infraestructura de la jerarquía, sustentada en violencia y pensamiento mágico, frente al modelo de rangos en las sociedades de cazadores-recolectores.

Habermas dota de civismo a la naturaleza. Su idea de máquina, en el sentido de sistema, sirve para analizar las relaciones de naturaleza, defendiendo la racionalidad en la acción comunicativa. La racionalidad puede entenderse desde el concepto del bien, de los principios, pero también desde la utilidad. Habermas sistematiza normas en los juegos del lenguaje para beneficios mutuos: inteligibilidad, verdad, rectitud y veracidad.

Ecología: Naturaleza

La Naturaleza es, y la naturaleza está. La Naturaleza quizás puede ser interpretada, sentida y asimilada, o no, pero en esta gran continuidad hay naturalezas, que sí pueden ser interpretadas, analizadas y clasificadas. Estas naturalezas desarrollan las técnicas y sentimientos del día a día, en las que vivimos desarrollando proyectos de vida. Cuando aquí se menciona naturaleza, y se mencionan naturalezas, sin tener su connotación mística, se trata de proyectos de vida, juegos del lenguaje, sentidos por los que desarrollar la existencia. No se entra a analizar el carácter metafísico de la Naturaleza, sino la limitación física y compleja, el estar.

Esta naturaleza no es otra que el mercado, si se ve de forma analítica, y no es otra que el juego entre experiencias y sentimientos, si se ve de forma emotiva; juegos del lenguaje. El “estado de naturaleza” es indeterminado, espontáneo ante lo que suceda, sea bueno o malo; siendo con información limitada territorial, y siendo lo territorial, lo instintivo, tendente al abuso.

En la Naturaleza se suceden equilibrios ecológicos, de ecosistema, salvo en caso de destrucción. Se reproducen dinámicas tóxicas o positivas, y estas determinan difíciles equilibrios y posibles abusos de poder. Nuestra naturaleza es un impulso de la persona, del vivir, del lenguaje personal, es el mito de la voluntad, y es un juego. Lo social son las normas del juego.

Las normas del juego son máquinas -lingüísticas- para la naturaleza, constructos -artificios- del lenguaje que regulan convivencias. Cuando se regulan sociedades se generan sistemas, que pueden ser analizados por la lógica proposicional como filtro matematizable y, por lo tanto, sin entrar a debates más profundos, pragmático y útil.

Si se atomizan las relaciones sociales, desde la toma de decisiones, con riesgo y aversión al riesgo, siendo en su extremo la libertad “no seguridad” y siendo en su extremo la seguridad “no libertad”, se llega al continuo entre los dos tipos ideales delimitados por Bauman para analizar las comunidades: Libertad y Seguridad.

La Naturaleza es compleja, se basa en equilibrios sin solución determinada; la Máquina es complicada, con soluciones, matematización y lógica. Confundir Máquina y Naturaleza es un grave peligro contra la libertad individual, pero máquinas lingüísticas y tecnológicas pueden contribuir a equilibrar los conflictos naturales. En tiempos de Inteligencia Artificial es imprescindible diferenciar el límite entre lo complicado y lo complejo, lo intensivo con resolución por IA y lo extensivo fundamentado en el diálogo democrático. Como máquina lingüística para la armonización de las situaciones de naturaleza se propone el concepto de red de seguridad.

En el difícil equilibrio entre libertad y seguridad, siguiendo el sentido de los sistemas antifrágiles, las redes de seguridad dotan de entornos saludables a las naturalezas en situación de mercado. Un gran error de la universalización ilustrada fue no ver la riqueza de las diversidades del vivir, y otro fue no analizar su repercusión. Las redes de seguridad, como tipos ideales, sea desde el positivismo de la norma o desde la informalidad de la lealtad, minimizan y armonizan disonancias de los abusos de poder.

Puede esbozarse un concepto de red de seguridad, como equilibrio entre libertad y seguridad:

  1. No intentar imponer el lenguaje, sino buscar normas para los juegos del lenguaje.
  2. Normas que diferencien claramente entre la Estética -juego de ideas- y la Ética -impactos materiales-. La Modernidad Frágil se inicia con el abandono de la Ética por la Estética. Se ha dado una ampliación de lo estéticamente posible y de los gustos en libertad, pero de la Ética, pública y privada, dependen gran parte del reparto de recursos, e incluso la supervivencia.
  3. Normas de juego y de resolución de conflictos basadas en equilibrios, con beneficios mutuos, y análisis de las externalidades negativas.
  4. Principios de naturalidad en la comunicación, es decir, principios de Habermas para la racionalidad comunicativa. Es muy importante diferenciar qué es complicado, con solución, y qué es complejo, con transacción y equilibrio. Dentro de las situaciones complejas de la Naturaleza los sistemas antifrágiles, esbozados antes como red de seguridad, pueden dotar de armonía a los sistemas sociales.

La importancia de la democracia, la libertad y la tolerancia

Desde el punto de vista únicamente personal, desde el solipsismo, todo es complejo. Convivimos en continua negociación entre nuestro mundo y el mundo de otras personas. Así es la vida en la naturaleza, pero el lenguaje nos ha permitido desarrollar técnicas, sistemas, máquinas -artificios- lingüísticas. Es necesario un salto de fe para asumir la idea de sociedad, aceptando el carácter real de lo que vivimos. Por utilidad, disfrute, placer, buen vivir, sería una estupidez no asumirlo. Una vez hecho, debemos pensar cómo se organiza mejor la sociedad, y para ello se necesitan principios y teorías institucionales, máquinas lingüísticas. Aquí se mencionan tres como base del análisis de la Naturaleza para sistemas antifrágiles. Cuando se menciona el carácter de máquina lingüística se señala que hay formas, complicadas, de resolver mejoras institucionales.

La democracia, en su vertiente individual y social:

La vertiente individual de la democracia iguala mediante el estatus de ciudadanía. Ningún ser humano vale más que otro, manteniendo una férrea solidaridad como especie. También garantiza seguridad cotidiana gracias al Derecho.

La vertiente social de la democracia se fundamenta en la armonía, en el buen desarrollo colectivo de las sociedades, buscando equilibrios y cohesión. Una democracia de consenso garantiza mayor respeto por toda la sociedad. Ahondan en este sentido los liderazgos plurales y la poliarquía como base de las instituciones.

La separación de poderes hace referencia a la necesidad de pluralidad, de poliarquía, y no a fórmulas predefinidas. Para que haya democracia la red política debe poder decidir sobre la organización de la red económica, es decir, debe prevalecer la visión democrática del Derecho.

La libertad, en su vertiente grecolatina, es un patrimonio a defender y conservar. Desde la recuperación de este principio durante el Renacimiento, unida a la visión humanista, se ha podido desarrollar el conocimiento y el derecho al placer que no daña a terceros. Controlar la tecnología, con visión global y democrática, es imprescindible para preservar la libertad.

La tolerancia es paciencia, es respeto al margen de error. Esta sociedad frenética ha minimizado la paciencia como virtud. Tolerancia es no perder la paciencia ante lo que nos parece, o es por lógica, incorrecto. Nos puede parecer incorrecto y no serlo, pero incluso si es incorrecto, hasta en las maldades o errores puede haber atisbos de mejora y de “verdades”.

Ecología: Máquina

Las vivencias de las naturalezas, desde el inicio del lenguaje, fueron capaces de hacer máquinas. El concepto de Máquina hace referencia a un artificio, como creación, composición o descubrimiento humano servido por las normas de la Lógica, por el método de las Matemáticas. Es común referirse a máquina para definir avances tecnológicos, pero también son importantes las máquinas lingüísticas, es decir, los sistemas sociales a distintas escalas, la sistematización dotada de coherencia para la coexistencia humana.

Frente a la complejidad de la Naturaleza, la Máquina es complicada y, por lo tanto, sujeta a dotarse de mayor eficiencia y racionalidad y de resolver problemas con soluciones basadas en la Lógica. Las máquinas dotan de certezas, “verdades”, a los entornos ecológicos.

El método de las máquinas es el método científico, y las máquinas lingüísticas analizan las sociedades. El método de las máquinas es el socialismo científico, una visión materialista que analiza las mejores formas de organización colectiva, pensando desde la generalidad de los sistemas sociales.

Es socialista porque es científico y es científico porque es socialista. El método científico empuja a organizarnos desde la coordinación y la visión global. El socialismo nace de dos impulsos de vida: el amor por el ser humano, sin importar su procedencia, y el amor por el conocimiento, las certezas que pueden ser aportadas; estas son las bases humanísticas de la Ciencia.

Dada la infraestructura de la Naturaleza, la prevalencia de la libertad y el buen vivir, y la protección tanto de la tolerancia razonable a la disonancia, que puede llevar a casualidades donde incluso el mal haga bien, como de la tensión que pueda generar nueva armonía, la técnica de la Máquina ya ha mejorado el bienestar y debe garantizarse que siga promoviéndolo de forma sostenible.

La Revolución de la Información y las Telecomunicaciones, en tiempos de totalidad indeterminada, hegemonía de los mercados, ha llevado a graves problemas de adaptación institucional. La Revolución de la Inteligencia Artificial plantea nuevos retos y dificultades de adaptación, pero también grandes oportunidades. Las antítesis sistémicas están rotas, pero también la Modernidad está rota. Estamos ante un momento de graves problemas y crisis económicas, climáticas, políticas, culturales, generacionales… Vivimos una situación muy difícil que no va a ningún lugar positivo, una huída hacia adelante. Una solución razonable puede ser:

El uso de la Inteligencia Artificial desde el socialismo científico, sobre las bases de una clara diferencia entre lo complicado, y resoluble por la Inteligencia Artificial, y lo complejo, y armonizable de forma democrática.

Inteligencia Artificial para una sociedad mejor

El uso de la IA se plantea para las máquinas en su sentido productivo, técnico, de automatización, pero ya está siendo muy útil en el ámbito lingüístico y de investigación. El uso de la IA, bien delimitado, puede ayudar a encontrar mejoras institucionales más eficientes. Seguimos con algunas instituciones de hace más de doscientos años. Este empeño autodestructivo es como iluminar a base de fuego casas con suministro de electricidad.

La automatización hace posible la supervivencia sin vender la mano de obra, instituyendo la renta básica universal. Sería un aumento de la libertad y del bienestar, con difíciles pero posibles esfuerzos de armonización, como nunca se ha visto en la Historia. A partir de una base económica para vivir se podría trabajar, sea como empleo remunerado o como actividad autónoma sujeta o no a mercantilización, sin la presión de depender de un empleo. Supondría el mayor avance posible en mejora del bienestar y la salud mental.

La IA entraña graves peligros, y empleada de forma privativa para el control social lleva a las peores distopías. Una vez más, se trata de dejar que nos domine la máquina o domar a la máquina. Siguiendo la frase de “el mercado es un mal amo, pero un gran siervo”, la IA entraña una potencia que puede hacer un gran bien o un gran mal, sin escala de grises; depende de nuestra capacidad de domarla y emplearla para el interés general, una cuestión social de gran trascendencia.

Pensar en términos sociales puede ser matematizado, y sigue lógicas de computación. Es tarea humana controlar el funcionamiento y las finalidades, así como diferenciar cuándo no se debe determinar, creer poder resolver inequívocamente, en cuestiones de naturaleza compleja. Se abre un campo inmenso para mejoras en la organización de las redes políticas y económicas, así como para la fiscalización y racionalidad en los debates, fomentando una esfera pública más saludable.

La IA también nos iguala. Frente a la soberbia y a la competitividad tóxica por ser los mejores, por saber más, por tener más, por mandar más, siempre habrá una máquina mejor que nosotros. Es una buena cura de humildad para estos simios con ínfulas de dioses. Puede acercarnos a la naturalidad de vivir sin fingir, de forma sana, buscando disfrutes sin dominar o dañar, controlando la aceleración antes de estrellarnos.

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